En diálogo con Ojo Deportivo en streaming, la karateca habló sobre su carrera, su presente y los sueños que la impulsan.
La karateca sanjuanina Jennifer Bolado tiene 20 años, un cinturón negro con doble línea amarilla y un sueño que la desvela: volver a subirse al podio internacional con la bandera argentina en alto. Su próxima parada será Asunción, Paraguay, donde competirá en los Juegos Panamericanos Junior 2025, del 18 al 23 de agosto. La atleta partirá rumbo a Buenos Aires el 17, sin concentración previa con la Selección, pero con la certeza de que todo el trabajo ya está hecho.
El boleto lo consiguió el año pasado, en el Panamericano de Brasil, uno de los torneos más exigentes del continente. Desde entonces, su cabeza está puesta en esa cita. “Estoy enfocada en Paraguay, con muchas expectativas. Sé que voy a pelear con las mejores del continente, pero también sé cuánto me preparé para esto”, afirma con seguridad.
Una historia que empezó con una mirada curiosa
Tenía apenas 11 años cuando su vida cambió. “Pasábamos con mi papá por una escuela de karate y me quedé mirando. Le dije que quería probar… y no salí más”. A las dos semanas ya estaba compitiendo. A los seis meses, ya era campeona en su categoría. A partir de ahí, su historia fue en ascenso.
Desde muy joven empezó a destacarse en los torneos regionales y nacionales, y con apenas 13 años viajó por primera vez al CENARD (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo), una experiencia que le marcó el camino. “La primera vez que fui no entendía nada, estaba en shock. Ver a deportistas de todo el país entrenando con tanta entrega me inspiró muchísimo. Me dije: algún día yo también voy a estar ahí representando a la Argentina”, recuerda.
Ese sueño se convirtió en realidad: Jennifer fue subcampeona sudamericana en Rosario 2022, donde enfrentó a las mejores del continente, y luego fue quinta en el Panamericano de México, resultados que la posicionaron entre las mejores del ranking juvenil. Su crecimiento no pasó desapercibido y ese mismo año fue convocada al Mundial Juvenil de Turquía, convirtiéndose en la primera karateca sanjuanina en llegar a un Mundial.
Una pasión que no se detiene: el karate como estilo de vida
Cuando habla de su deporte, Jennifer no duda: “El karate me enseñó todo. Es más que un arte marcial, es una forma de vida. Me enseñó respeto, constancia, sacrificio, a confiar en mí, a no rendirme. Y también a saber perder y volver más fuerte”.
Su especialidad es kumite, la modalidad de combate. Entrena con el profesor Fabio Olivera y se prepara con triple turno cuando la agenda lo exige. “Sé que a veces parece mucho, pero es lo que hay que hacer si querés estar entre las mejores. Yo elegí este camino”, asegura.
Uno de sus mayores sueños es ver al karate en los Juegos Olímpicos nuevamente. “Me duele que no esté para Los Ángeles 2028. Estuve tan cerca del ciclo olímpico juvenil que fue una frustración grande. Pero no pierdo la esperanza. Si vuelve a ser olímpico, ahí voy a estar”, declara.
Y recuerda también una anécdota muy especial: “Cuando me lesioné, me atendió nada menos que la Peque Pareto en el CENARD. Yo no lo podía creer. Estaba bajoneada, pero ella fue increíble. Me dio consejos, me habló como una compañera más… y eso me dio fuerza para volver. Es una ídola dentro y fuera del deporte”.
Un camino de logros y desafíos constantes
Jennifer comenzó compitiendo en torneos locales, luego regionales, y fue ganando experiencia y títulos en cada escalón. “Gané varios nacionales, después viajé a un Sudamericano en Ecuador y ahí entendí el nivel que había afuera. Era distinto, pero me gustó el desafío”.
El Sudamericano de Rosario 2022 fue su gran salto de calidad. “Estuve a segundos de ganar la final. Perdí por poco, pero fue una de las mejores peleas de mi carrera. Ahí me di cuenta de que podía competir con cualquiera”. Luego llegó el Panamericano de México, donde enfrentó a una competidora de Estados Unidos en cuartos de final. “Fue durísimo, pero también aprendí que no hay que subestimar ni sobrevalorar a nadie. Todas estamos ahí por algo”.
En el Mundial Juvenil de Turquía, si bien no consiguió una medalla, se llevó una experiencia inolvidable: “Estar en una Villa con atletas de todos los países, representar a la Argentina, compartir dojo con potencias como Japón, fue increíble. Eso te eleva como deportista y como persona”.
Trabajo, autogestión y empanadas
A pesar de sus logros, Jennifer vive una realidad común a muchos atletas argentinos: la autogestión. Entrena a diario, estudia, pero también vende empanadas todos los fines de semana en calle 6 y Carlos Serra, junto a su familia. “Los sábados y domingos estamos ahí. La gente puede encargar al 2645034883. Eso me ayuda a pagar pasajes, alojamientos, lo que haga falta”.
Actualmente recibe el apoyo del Municipio de Pocito, del sponsor El Rombo y del círculo cercano que la acompaña desde siempre. Pero muchas veces debió afrontar los viajes con lo justo. “Una vez dormimos en el tatami, tapados con el karategi. Pero nunca nos faltó el sueño de competir”.
Orgullo provincial con proyección internacional
Con 20 años, Jennifer ya es referente para toda una generación que empieza a dar sus primeros pasos en el karate. “A veces me vienen a pedir una foto o me dicen que quieren ser como yo. Me emociona mucho. Si mi historia puede motivar a alguien, ya vale la pena todo esto”.
Con Paraguay en el horizonte y la mirada firme en lo que viene, Jenny va por más. “Me preparé como nunca. Quiero dejar a San Juan y a Argentina en lo más alto. Este es solo el comienzo”.